Conductas suicidas desde una visión interseccional y subjetiva.

Carlota TF
12 min readJan 27, 2021

--

Muchas veces se concibe el suicidio como un problema individual, algo que es la propia persona la que ha de solucionar y donde el resto pone el foco sólo en esa individualidad personal como si fuese algo que pasa únicamente en el mundo privado de ese individuo. Esto, para aquellos que lo ven desde lejos puede hacer que no se conciba como un problema que a ellos les atañe y con el cual no han de implicarse. Por otra parte, para la persona que lo vive de cerca puede resultar como algo que le aporta menos salidas y menos soluciones a su problemática, y quizá sentirse incomprendida y sola. De hecho incluso hasta sentirse culpable por aquello que siente debido a que las personas lo ven tan alejado, pero a la vez como algo que no debería suceder. Luego, cuando pasan estas cosas decimos “pero cómo es posible que haya acabado con su vida”, sorprendidos, “cómo es posible que la persona no encontrase más opciones” “¡¡¡Tenía hijos y familia!!!”.

Este acto de un individuo que aparentemente sólo le afecta a él, podría ser lógico que nos hiciese pensar que depende de factores individuales y poner más atención sobre ellos, pero ¿no son los antecedentes, los acontecimientos de la vida, su relación con el ambiente y con el mundo lo que también, recalco también, hacen que una persona quiera llegar a ese fin?

Creo que es importante ver al individuo y a la sociedad como un mismo conjunto, separándolos cuando sea necesario pero sin olvidarse de que se retroalimentan el uno con el otro. Mirar esta problemática refiriéndonos a factores individuales, y las razones que le puedan llevar a acabar con su propia existencia más allá de las razones externas, donde muchas veces parece que éstas dan igual, ya que hay una realidad que se construye dentro de uno mismo. Igualmente, creo que es también importante observar los factores externos, haciendo hincapié en factores individuales y sociales sin que ninguno de ellos resulte excluyente con el otro. Pues, como digo, el suicidio son hechos y resultados que ocurren en la mente de una persona, pero al final, esta persona que quiere acabar con su vida, tiene una vida que se desarrolla en el mundo, y es un mundo que está compuesto por todos nosotros. Al final, esta persona con su falta de bienestar personal, mantiene esa concepción de bienestar a partir de la simbología y concepción que la cultura, la sociedad y sus miembros entienden como tal.

Mayormente hablamos de síntomas para referirnos a un único individuo, sin embargo, sería interesante mirar cómo la sociedad deja entrever también ciertos síntomas, alteraciones, desajustes, falta de regulación… Hechos que provocan que los individuos que la componen y la forman, siendo todo casi la misma cosa, se encuentren recibiendo todos aquellos desajustes de la sociedad que componen. Así pues, a la hora de hablar del suicidio, tal vez debiéramos dejar de considerar que únicamente es una razón que atiende a factores individuales, sino que son factores individuales que responden e interactúan, como bien sabemos, con el medio y con los factores sociales.

Hablar de los factores de riesgo -entendiéndolos como todo aquello que aumente la probabilidad de tener conductas suicidas- que pueden llevar a una persona a suicidarse sería algo complicado de definir. Estos factores pueden ser muy extensos y variados, pueden ser muy personales y hacer que cada persona tome esa decisión por distintos motivos, sin tener que ser comunes a los de otras personas. Aunque, para mí, el hecho de que sea variado no implica mirarlo sólo desde la individualidad.

Quizá no haya tanta distinción entre hablar de los posibles factores de riesgo que pueden llevar a cualquier persona a pensar y realizar conductas suicidas, sin aún “tenerlas”, y hablar de las causas por las que las personas tienen esas conductas. Pudiendo ser todas ellas muy diversas, todas parecen acabar desembocando en lo mismo y es el dolor y sufrimiento psicológico, el cual puede darse a partir de diversos escenarios. A veces ese dolor psicológico puede estar provocado por casos de abusos, en la familia, en la escuela o en otros entornos sociales; a veces ese dolor viene por casos de violencia y agresiones, tanto por ser destinatario como por presenciarla; puede aparecer el dolor por problemas familiares, por separaciones y rupturas de las relaciones; hay dolores psicológicos que acaban apareciendo por la falta de recursos, ya sean económicos, sociales, personales o materiales, por trabajos que se acaban, por trabajos que no llegan, por esfuerzos que no se ven realizados; un dolor que puede aparecer a través de la reflexión que desemboca al captar las incongruencias de un mundo que resulta disonante entre los valores de la persona y los valores que parecen acompañar a la sociedad; dolores que resultan de los denominados trastornos mentales; un dolor que puede provenir de las presiones familiares, de la vergüenza y el desazón que emergen al no cumplir con aquello que esperan de ti; de las presiones sociales, por no ser todo lo normativo que la sociedad espera que seas; un dolor que proviene de sentirse en soledad, desamparado, en una sociedad que acostumbra a dejar de lado a aquellos que consideran que ya han cumplido el cupo de lo que tienen que aportar en la vida; dolores que vienen por la inmersión en un bucle con el consumo de x sustancias; dolores que vienen de la discriminación y de los prejuicios de aquellos que se consideran mejores y superiores; dolores que se retroalimentan de la ansiedad, la tristeza, la desesperación, la frustración… En definitiva, un malestar psicológico que puede venir provocado por muchas causas, causas que, entre todas ellas, podríamos agrupar algunos de los factores de riesgo que suelen considerarse cuando se hablan de las conductas suicidas.

Sería bueno preguntarse hasta qué punto podemos considerar lo anterior como factores individuales, pues toda percepción e interpretación es algo que pasa y se desarrolla en la mente de la persona y eso hace que no todos sufran y sientan de la misma manera. Sin embargo, una pregunta que cabría realizarse sería la siguiente: si, por ejemplo, consideramos a los llamados trastornos mentales (lo expreso generalmente para abreviar), como factores de riesgo de las conductas suicidas, ¿cuáles son los factores de riesgo de esos trastornos? ¿y si una persona acaba desarrollando un trastorno, asociado éste, por ejemplo, a una violación previa, podemos decir que el trastorno es el factor de riesgo de esas conductas suicidas? ¿podemos decir que esto se deba únicamente a factores individuales (tomando por obvio que no todo el mundo que sufre una violación ha de desarrollar un trastorno), cuando alguien se ha tomado el derecho de abusar y aprovecharse del cuerpo de una persona, muy normalmente de hombre a mujer, y acompañado esto de un sistema patriarcal que respalda y ha respaldado la superioridad del hombre? Siendo todo esto un mero ejemplo, ¿debemos pues pensar en el suicidio únicamente desde factores individuales? Yo creo que no.

A veces creo que, como sociedad, hemos perdido la costumbre de mirar hacia atrás, de buscar causas, razones, explicaciones a lo que actualmente sucede. Como psicólogos, es cierto que siempre intentamos ver las causas de lo que provoca algo e intentar crear una explicación funcional que conecte todos los posibles factores, aunque eso no nos libra de pasar de desapercibido ciertas cosas. Si nos vamos más allá, la sociedad parece haberse acostumbrado a paliar las consecuencias y a intentar remediarlas sin ver todo lo que hay detrás. ¿Qué estamos destrozando el planeta? No te preocupes, ya estamos pensando en cómo ir a otro. ¿Qué comentas en un hospital que tienes problemas de sueño? No te preocupes te damos una pastilla. ¿Qué existe el calentamiento global? No te preocupes, ya está Bill Gates para pensar en tapar el sol. ¿Qué alguien hace algo mal? Vamos a castigarle en lugar de pensar qué le puede ocurrir. La cuestión es no pensar si nuestros actos, o una historia previa, pueden tener algo que ver, no vaya a ser que nos demos cuenta de que algo está mal, puesto que ¡cómo vamos a cambiar la vida que llevamos! ¡no nos lo queremos permitir!

Como digo siempre, me gusta ir más allá y más atrás, y no mirar sólo individualmente, algo que también es de importancia y recalco que no ha de ser excluyente, sino mirar cómo está construida nuestra sociedad para que alguien pueda sentirse tan por debajo de lo que realmente es. Creo que pensar en suicidarte, además de llevar consigo frustración, desesperanza y desesperación, entre otras muchas cosas, también es, en cierta manera, acabar pensando que vales muy poco como persona. Yo siempre pensaré que cualquier ser vivo por el simple hecho de estar vivo, es algo que agradecer, que valorar; ya es algo por lo que estar orgullosos y que ya tiene valor perse, simplemente por el hecho de existir. Me siento ahora mismo parte del universo Mr.Wonderful, pero es que lo considero así.

Me gustaría con esto hablar de ciertos factores que podrían estar beneficiando a que haya personas que no encuentren ese valor propio, o que una vez encontrado lo acaben perdiendo. Está claro que al final muchos procesos se fundamentan y se desarrollan en una mente muy cambiante aunque a veces no tan flexible, habiendo muchos procesos que llevan a tomar una determinada decisión. ¿Pero qué ha recibo esa persona del medio externo para acabar pensando que su valía es tan nula y por tanto acabar tomando la decisión de abandonar la vida?

Yo siempre tiendo a considerarnos como un todo, a creer que todos somos partícipes de las cosas que tenemos en este momento. Ya sea por haber sido participes primarios debido a nuestra acción, o ya sea por acabar escuchando, aceptando y consintiendo lo que otros dicen, y conseguir con ello que se sigan manteniendo ciertas cosas. Activa o pasivamente, creo que todos somos responsables en cierta manera. Creo que en nuestra sociedad y como lo diría el sociólogo francés Pierre Bourdieu, tenemos una especie de violencia simbólica. Una violencia que habría que ver por qué es así. Este sociólogo nos dice que esta violencia simbólica es una violencia que ejercen aquellos que tienen mas poder, entendiendo poder como ser de una clase mas privilegiada ya sea por temas económicos, por temas sociales, por temas raciales, físicos, de género o por cualquiera de los temas que se os puedan ocurrir y que puedan hacerte estar en una posición de más de privilegio. Este tipo de violencia pasa desapercibida y la acabamos aceptando convirtiéndola en normal y natural. ¿Por qué es peligrosa? Porque ni siquiera nos hacemos del todo consciente de que está ahí. Acabamos aceptando que algo es como es, aceptamos que el mundo se rige de una determinada manera, porque determinadas personas lo establecieron como norma sin contar y sin incluir a muchas otras y, a la vez, son muchos los que lo toleran, aceptan y lo ven normal. Es así la manera perfecta para que las injusticias se mantengan. Y aquí todos somos responsables, que no culpables, siendo importante distinguir entre ambos conceptos.

Es por todo esto, que me gustaría hablar de las conductas suicidas desde una visión interseccional y como veo bien abordarlo desde esta perspectiva, para alejarnos de esa visión individualizada, por supuesto sin excluirla, y para mirar también la problemática desde aspectos socio-contextuales. Imaginemos un futuro caso hipotético donde nos encontremos con una persona que nos cuenta que no le encuentra sentido a su vida. Quizá podríamos pensar rápida y escuetamente que esa persona tiene poca autoestima, que su, hipotetizando, depresión la ha llevado a encontrarse tan mal, a concebir así las cosas y a actuar en base a ello. Y, sin excluir de nuestro análisis una cantidad de posibles factores que la hayan podido llevar a esa situación de malestar, sí que actuaríamos principalmente sobre ese factor, para aliviar su mal interior pero también ciertamente, de una forma reduccionista, por no tomar en cuenta una cantidad de factores que se esconden detrás de la persona. Y, siendo realista, está claro que una persona, aún siendo consciente de todo lo que hay detrás, le será complicado conseguir cambiarlo por sí misma. Pero, de nuevo, esto sería hablar de una individualidad que es lo contrario a la acción social conjunta a la que realmente me quiero referir.

Cuando hablamos de interseccionalidad haríamos referencia a aquellas discriminaciones o a aquellos privilegios que tienen las personas en base a las categorías sociales a las que pertenecen. Es decir, existirían una gran cantidad de enfoques y contextos a tener en cuenta a la hora de hablar de este concepto, acuñado por Kimberlé Crenshaw. Así pues, podríamos entender la identidad de la persona como perteneciente a varias categorías, unas más privilegiadas que otras, las cuales habría que tener en cuenta a todas para poder entender la complejidad de un individuo. Además, muchas de estas discriminaciones o privilegios, se acaban solapando o se interseccionan, creando múltiples niveles de injusticia social.

Os dejo este gráfico creado por Patricia Hill Collins donde se nos representa fácilmente de lo que estamos hablando (aunque para mí faltan cositas) y adjunto también este vídeo de Javi Alonso donde habla de esta rueda de privilegios amenamente y me ayudará a no hacer un post eterno. Todo esto no quiere decir que personas que tengan más privilegios estén exentos de sufrir y pasarlo mal, obvio que no, no os lo toméis como una tremenda generalización por fi. Pero sí, que son más propensos a no sufrir ni pasar por determinadas situaciones.

Si algo hemos podido aprender de conocer la TMR es que cuando algo no encaja en los marcos que tenemos disponibles, es más difícil para las personas incorporar nuevos hechos en su forma de pensar acerca de una determinada cosa. Muchas cosas no se incorporan en nuestra conciencia porque no tenemos marcos de referencia para verlas, para recordarlas, para incorporarlas. Como consecuencia, hay ciertas cosas que no se tienen en cuenta, cosas sobre las que no se piensan, y cosas sobre las que no se alienta ni se exige que se hablen y se aboguen por ellas. Sin marcos que nos permitan ver cómo repercuten los problemas sociales en todos los miembros de un grupo determinado, muchos caerán en la invisibilidad de los movimientos.

¿Por qué hablo de todo esto? Porque en muchas ocasiones, y si rememoramos todo lo escrito en este post anteriormente, mucha parte del sufrimiento de las personas e incluso muchos de esos factores de riesgo que he nombrado y a la vez no, tienen mucho que ver con todas las estructuras y todos los entramados que hay detrás de la individualidad de una persona. Y esto no quiere decir que siempre sea así, para mí generalizar siempre es equivocarse (aunque decir que siempre es equivocarse ya es generalizar :D pero bueno me entendéis). Pero lo que sí creo que es necesario es reflexionar, es lo único que veo necesario en todo esto: replantearse las cosas, crear diálogos, fomentar una visión crítica y dar lugar a ideas entre todos que nos puedan mejorar. Es necesario pensar en todo esto con el fin de redefinir todo los conceptos que tomamos como normales, para ser conscientes de que todos ellos son construcciones que nosotros mismos hemos creado.

Intentar comprender las conductas suicidas desde una visión más integral supondría por una parte, dejar a un lado la culpa y la continua psicopatologización de las personas afectadas y, sin obviarlo, poner además un foco en aquellos factores que en grandes ocasiones esas mismas personas conciben como el problema. Dejar de lado las intersecciones de las que hemos hablado, que mayormente se conciben como propias a la condición de las personas haciendo ver que estas conductas se deben especialmente a la incapacidad de la persona para manejar las situaciones y sus propias emociones, sería negar las situaciones de desigualdad e injusticia en las que esas mismas personas se conciben, las cuales no han sido escuchadas o han sido ignoradas, provocando que una acción autolesiva se conciba como una opción más para el cambio de la realidad, una realidad que no es tenida en cuenta.

Por poner un ejemplo y acabar con todo esto, para una persona que ha sido violada y que, tras un proceso largo en el que ocurren muchas cosas o no, acaba teniendo conductas, ideas y/o intentos suicidas; os aseguro que es muy frustrante ver como todo el mundo se centra en la poca estabilidad mental de esa persona, mientras todos ignoran que detrás de todo ello hay una realidad social que obvian y la que no ponen remedio. Quizá incluso por no ser capaces de verla. Así pues, en este último párrafo se encuentra la justificación de todo este escrito.

Como siempre, sólo hablo de posibilidades. Mi intención no es dar una causa ni una respuesta certera, sino que esto va más encaminado a hacer la reflexión. Reflexionar y pensar en las cosas y en lo que hay detrás. Y mi intención no es hacer que esa reflexión lleve necesariamente consigo un cambio de parecer, sino que mi intención es ver más pareceres, opiniones, puntos de vista, maneras de pensar, y que luego cada uno elija que cree que es lo más correcto. Todo esto que he comentado no lo coloco como la causa primaria y excepcional de las conductas suicidas, por supuesto que no, pero sí creo que hay ciertas diferencias que contribuyen a que el mundo y la vida sea más difícil de llevar y soportar para ciertas personas, y que todo esto lleve a perder el valor de uno mismo y de la vida.

--

--